Neruda dijo: “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Pero no, el olvido no es largo, el olvido es traicionero.
Me había olvidado cuánto duelen los sentimientos no correspondidos.
Me había olvidado lo terrible que es ver las esperanzas que estallan frente a los ojos, tanto que casi se puede escuchar el momento en que tocan el suelo.
Me había olvidado el olor a sueños rotos.
Me había olvidado lo que es que crezcan las ganas de estar con alguien solo porque sabes que no podes tenerlo. La necesidad de aferrarse a esa persona que se aleja lentamente de tu vida.
Lo que cuesta el darse cuenta que esos buenos momentos ya no están.
Lo increíblemente vacío que es volver a reconocerse en todas las partes tristes de las películas, en todas las frases de desamor, en todas las canciones que nos hacen llorar.