6.3.12

Hoy.

El escritorio se cubre de papeles, la pantalla se cubre de reportes.
El sonido de los mails que no paran de llegar, el teléfono que no deja de sonar.
Mis pensamientos que abarcan todos los flancos, están en una guerra llena de batallas por ganar mi atención.
Hay resistencia, la oposición es fuerte, los sueños diurnos no se dejan vencer.
Trato de que la música me invada, pero los aullidos de las responsabilidades no dejan de ensordecerme.
Vibra el celular. Siento como lentamente el desconsuelo me empieza a invadir y las paredes de colores van cayendo, todo se va volviendo gris. El aire se me empieza a escapar y el pecho se comprime tratando de retener aunque sea una bocanada.
Entonces aparece él. Saliendo tímidamente desde mi cartera, recordándome donde tengo que pisar. 500 hojas de sueños traducidos en palabras.
La barrera de sonido empieza a caer y la dulce voz de Tori Amos empieza a ganar la batalla.
Ya no escucho el teléfono, ya no escucho el celular. Me quito los zapatos y apoyo los pies directamente en la alfombra.
Leo los mails y, a pesar del estrés, el aire fluye libremente por mis pulmones. El pecho ya no duele.
Desaparece todo, menos mis pensamientos y yo.
Entonces me doy cuenta que hoy, los dueños de la victoria no fueron ellos, la victoria fue mía.
Entonces me doy cuenta que hoy, a diferencia de ayer, hoy va a ser un buen día.

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